Venezuela, Anno Domini 1830

En tiempos de predominio de la infamia y la calumnia, la manipulación de la historia y el uso de los lugares comunes como regla de conocimiento son usuales. El mejor ejemplo son los bulos e inventos en muchos de los capítulos de la vida de Bolívar. Él era un ser humano, no el Dios que han querido edificar para justificar anarquías presentes; y bajo esa condición de humanidad, a sus 46 años, era un hombre agotado, decepcionado de sus compatriotas, sediento de paz y tranquilidad. En su juventud, el no fue peón de hacienda, tampoco un hombre acostumbrado a penalidades económicas; por ello, al final de sus días, brota una angustia existencial de quien se siente en la indigencia siendo propietario de bienes suficientes para retomar con holgura su pasado en Europa. ¿Acaso no tenía derecho a esa felicidad final? Pero este libro también es un libelo de defensa de José Antonio Páez. Se demostrará la manipulación de los hechos históricos con intencionalidad presente; lejos de traidor, él fue un hombre fiel a su nacionalidad y a los suyos. En esta segunda entrega, relataré la dolorosa separación entre pueblos que tienen todas las condiciones para estar unidos y el nacimiento de esta nación venezolana.